Antes de que comenzara el verano me propuse un objetivo. Siguiendo los consejos y recomendaciones de dos buenos amigos, Tzeentzy y África, adquirí las cinco temporadas de la serie "A dos metro bajo tierra", "Six Feet Under" en el idioma original, que estaban en las tiendas. Me costaron 20 € la primera y la segunda, más 30 € de la tercera y la quinta. La cuarta fue la más cara, ya que pagué 40 € por ella. En total suman 140 € de televisión pura.
La serie la escribió Alan Ball (ganador del Oscar por el brillante e inteligentísimo guión de "American Beauty" en 1999) a petición de una directivo de la cadena HBO. Corría el año 2001 cuando sucedió. En España nos llegó a La 2 los jueves p0r la noche. Debe ser que en ese momento estaban cortos de ideas porque compraron dos series americanas para emitirlas seguidas. la otra fue "Las chicas Gilmore" (sic). Tzeentzy grabó el capítulo piloto y luego me invitó a verlo al día siguiente. Flipé. En serio. No estaba acostumbrado a ver algo así en televisión. Y además... era una serie. Por desgracia, me resultaba muy difícil seguir su desarrollo debido a las altas horas que era emitida y perdí el hilo rápidamente. Afortunadamente, me dejaron la primera temporada que me vi rápidamente. Me encantó, pero a su vez hizo que me saturara. Éramos jóvenes y no estábamos acostumbrados a ese tipo de televisión.
El tiempo pasó y la serie llegó a su conclusión. Gracias a África pude ir conociendo las bondades de esta serie que, según ella, no decaía en ningún momento. Ahora, gracias a los canales de pago y a la buena acogida que, en general, están teniendo las series americanas (¡Cuánto nos queda por aprender en España!), es común poder encontrar en los grandes almacenes decenas de series con muy buenas ediciones. Gracias al DVD, podemos prescindir de los horarios que nos obligaban a enchufar la tele a determinada hora y podemos disfrutar del audio original, algo que tampoco se lleva mucho por aquí, por desgracia. La verdad es que la cadena HBO ha producido un montón de series muy novedosas y con grandes talentos. "Los Soprano", "Deadwood", "Roma" etc. Además, otras plataformas también se están lanzando al mercado de la televisión, que ha dejado de ser el último recurso de las estrellas de cine para convertirse en algo que les eleva su categoría. "Nip/Tuck", "Me llamo Earl" también son grandes series. Tampoco podemos olvidarnos de los fenómenos de "Perdidos", "Héroes" y "House". La televisión vive una edad dorada y deberíamos aprovecharla.
Así que, con el verano por delante y las ganas de no perderme tan excitante espectáculo, me lancé a la visión, en versión original por supuesto, de la vida (y la muerte) de los Fisher. El primer capítulo comienza con la muerte de Nathaniel Fisher (Richard Jenkins) el día de Nochebuena. Ese comienzo es genial. Y, a partir de esa muerte, nos presentan a los demás miembros de su familia. Su mujer, Ruth (Frances Conroy) y sus hijos Nate (Peter Krause), David (Michael C. Hall, ahora triunfando en "Dexter") y Claire (Lauren Ambrose). Todos los capítulos, excepto contadas ocasiones, comienzan con la muerte de alguien y, a través de su funeral en casa de los Fisher, podemos asistir al desarrollo de la trama principal. Tembién conoceremos al novio de David, un policia llamado Keith (Matthew St. Patrick) y a Brenda (Rachel Griffiths), una peculiar mujer que conoce Nate en su viaje hacia California para pasar las navidades con su familia. La serie cuenta con momentos de gran dramatismo y de humor destornillante. Cierto aura de surrealismo envuelve el relato, pero no desentona en absoluto, sino que ayuda a crear esa atmósfera tan especial que posee. De hecho, el padre, Nathaniel, se aparece continuamente a su familia, hablando con ellos. Que un personaje muera en la serie no significa necesariamente que tenga que dejar de aparecer. No os la voy a destripar ni nada por el estilo, simplemente os recomiendo encarecidamente su visionado. Pese a que la temporada III es un poco floja y la IV tarda en arrancar, la V es magistral. Cuenta, además, con la gran baza de su espléndido último capítulo, "Todos te están esperando", en el que Alan Ball pone un broche de oro (y platino) a la que es para mí hoy en día, la mejor serie de la historia de la televisión.
Recordad que cada día que pasamos sobre tierra es un regalo.
Para África y Tzeentzy, por mostrarme este mundo.