Imagen de la película tomada de google.
Hace ya dos semanas que la vi, pero creo que esta gran película merece un momento de nuestro tiempo para su reflexión. A pesar de lo que diré a continuación tengo que resaltar la gran banda sonora que acompaña al filme y que lo salva, junto con su fuerza visual y su dirección, de ser una de las peores películas de ciencia ficción jamás rodadas.
La Gran Cagada.
La película empieza bien hasta pasados los primeros diez minutos, entonces todo comienza a torcerse. Resulta que la Gran Cagada es a la vez la primera de muchas, y el momento clave a partir del cual la película se vertebra. Como todos conocemos el principio de acción y reacción deberíamos saber que toda gran cagada en el hilo argumental de una obra genera una serie de situaciones de difícil resolución que generan, normalmente, cagadas derivadas de gran, o pequeño, tamaño (es decir todo gran poder conlleva una gran responsabilidad). Bien, la situación se produce cuando el tipo experto en comunicaciones recibe una señal del Icarus I (¿sabían que habría un segundo intento?). Al parecer sigue en órbita y es posible hasta que funcione. Esta gran situación se desparrama como una bolsa de mierda tirada contra el suelo y genera una serie de preguntas:
1. ¿Por qué hay un tipo escuchando el cosmos en busca de señales a lo Jodie Foster, cuando la misión es nada menos que salvar la tierra? ¿Hay que aprovechar tanto el tiempo?
2. ¿Por qué el comandante de la nave no tiene ninguna autoridad y delega la decisión al físico que no hace más que preguntar a la computadora las probabilidades de éxito?
3. ¿Cómo es posible que para explicar el inexplicable cambio de rumbo de la misión, se recurra a que ya no quedan más materiales fisibles en la tierra? ¿Qué pretenden salvar entonces?
4. ¿Por qué esperaron a que la Icarus I fracasara para enviar la Icarus II?
5. ¿Por qué han violado mis recuerdos de Alien imitando sus reuniones alrededor de la mesa de la Nostromo?
Cambio de rumbo.
Tras la gran decisión que hace que exista el proyecto de la película en Hollywood, la trama nos lleva a una segunda cagada, o cagada menor derivada de la primera. Cuando todo parece que va bien las alarmas de la Icarus II saltan. Son la promesa de que algo va mal (por otra parte nadie debería sorprenderse). La magistral habilidad de Boyle nos lleva ante el personaje que interpreta el chino, y nos lo muestra rodeado de papeles, desesperado y medio llorando ante la antorcha humana que está a punto de matarlo con la mirada. Al parecer el pobre hombre ha cometido un error: ha estado calculando a mano la corrección de la trayectoria de la nave (supongo que con la ayuda de la calculadora del móvil), pero a pesar de que lo ha hecho milagrosamente bien, se le ha olvidado reorientar el escudo. Joder, a semejante cerebro lo quiero en mi universidad, lo pondría a diseñar microprocesadores de doble núcleo con escuadra y cartabón. Es una pena que este hecho acabe con la autoestima del chino, y el psicólogo de la misión (el de la cara pelada), decida sedarlo durante 23 horas para evitar su autolísis (la hora 24 del día es la que utiliza, evidentemente, para suicidarse).
Se quema el jardín botánico.
Tras el craso error del chino, deciden voltear el escudo solar para arreglar las placas antes de que la nave pete. El oficial de comunicaciones se niega porque dice se perderá una antena de transmisión, y de esa forma estarán incomunicados cuando regresen a casa. La antorcha humana, que se huele que quiere seguir escuchando el cosmos, decide ignorar su petición, y de esa forma giran la nave. Esta situación crea de nuevo otros grandes problemas que empiezan a calar en el espectador de forma molesta.
1. Al perder la torre de comunicaciones se crea una combustión en el jardín botánico (sustento de oxígeno de la nave).
2. Se muere el comandante, que aunque no mandaba nada, no se merece una muerte tan patética disfrazada de heroísmo.
Icarus I.
Sin tener en cuenta el video que deja el anterior comandante de la nave, ni las imágenes subliminales de los tripulantes del Icarus I, nos adentramos en la nave que está cubierta de polvo. Tras una triste referencia a las películas de aliens por parte de la antorcha humana, inspeccionan la nave para descubrir (qué sorpresa) que no funciona, y que han ido para nada. Pero el espectador avispado conoce el porqué de su visita al Icarus I, pues efectivamente, para acabar de jodernos, el guionista decide meter el componente monstruo, por si era poco nuestro sufrimiento.
El Octavo Pasajero.
Como todo buen monstruo que se precie en cualquier película de serie B (Cromosoma III, Basket Case...) o de alto presupuesto (Depredador, Terminator, Alien...) el monstruo tiene la exasperante costumbre de salir indemne de todas las calamidades a las que se ve sometido (y a las que somete, a partes iguales), hasta el final. Como si necesitáramos de ese aliciente, la criatura comienza deshaciendo el acople de las dos ícarus dejando al físico (imprescindible en la misión), "torchie", el cara pellejo y el de las comunicaciones aislados del Icarus II. Un gran problema que Briseida (con esa cara de Troya que no se la quita ni para mear), decide medio solventar alineando las dos esclusas. El problema es que sólo hay un traje espacial y eso genera, de nuevo, más sucesos hilarantes. La antorcha humana, posiblemente provista de sus superpodederes, decide envolverse de papel albal para salvar el pellejo, y con la muerte ejemplar del psiquiatra, atraviesan el espacio (unos diez metros) en una hazaña solo igualada (atención, sólo para sentimentales) por Batman y los outsiders que salen a pelo y aguantando la respiración. Pero es que hablamos de superhombres, y como era de esperar, el de Contact (que no goza de la presencia ni el temple de su compañero) se mete un guarrazo y acaba muriendo (pero no despierta la misma lástima que el psicólogo o el comandante, pues éste no era un buen tipo). De esa forma tienen solucionado el problema del oxígeno (pues ya han muerto todos los que debían morir), y felices y contentos deciden continuar la misión.
Desenlace y desparrame.
Esta es la parte que más me gusta de la película. Todo comienza cuando la computadora (que quiere ser como HAL, pero me recuerda más a Inteligencia de Team America) anuncia al físico que van a morir porque hay un pasajero más que está consumiendo oxígeno. Me esperaba que en este momento Cillian Murphy mirara a la cámara, haciendo un guiño a ese gran maestro: Leslie Nielsen. Este anuncio de la computadora invoca a la criatura que aprovecha para herir al prota, de tal suerte que sufre pero no se muere (en eso el prota y el monstruo son siempre iguales). Y aquí, de nuevo, me ofenden con su caricatura de 2001, usando las puras luces blancas en contraste con la sangre vertida de Cillian en la sala de trajes. Bueno, opiniones a parte, lo que viene a continuación es la muerte de la botánica (sin pena ni gloria), la escaramuza de Briseida en la sala de emulación terrestre (¿alguien más se preguntó qué hacía todavía el chino muerto en dicha sala?), y la épica muerte de la Antorcha Humana, irónicamente congelado tras intentar volver a conectar a Inteligencia sin mucho éxito (faltó que cantara “Daysi”). Después la cámara nos muestra un mano a mano entre el físico y la misión, entre paradojas espacio temporales y demás efectos y brasas del monstruo de turno que al final desaparece sin dejar apenas rastro de su influencia. Qué bonito final. Tras desprender la bomba del cuerpo de habitación de la nave y descubrir que se quema (¿y el regreso?, parece que daba igual, estaban todos muertos); tras recuperar a Briseida después de haber sido olvidada; tras comprobar que el físico es imprescindible, tanto como un mono capaz de pelar un plátano... Y al final, tras tanto, y necesario, sufrimiento, la misión tiene éxito y el espectador sale satisfecho, una vez más, pues tiene esa sensación de que da igual lo que haga el hombre, pues sabrá sobreponerse a cualquier adversidad propia, o ajena. Tranquilos, estamos en buenas manos.
Bod Dedwydd.
La Gran Cagada.
La película empieza bien hasta pasados los primeros diez minutos, entonces todo comienza a torcerse. Resulta que la Gran Cagada es a la vez la primera de muchas, y el momento clave a partir del cual la película se vertebra. Como todos conocemos el principio de acción y reacción deberíamos saber que toda gran cagada en el hilo argumental de una obra genera una serie de situaciones de difícil resolución que generan, normalmente, cagadas derivadas de gran, o pequeño, tamaño (es decir todo gran poder conlleva una gran responsabilidad). Bien, la situación se produce cuando el tipo experto en comunicaciones recibe una señal del Icarus I (¿sabían que habría un segundo intento?). Al parecer sigue en órbita y es posible hasta que funcione. Esta gran situación se desparrama como una bolsa de mierda tirada contra el suelo y genera una serie de preguntas:
1. ¿Por qué hay un tipo escuchando el cosmos en busca de señales a lo Jodie Foster, cuando la misión es nada menos que salvar la tierra? ¿Hay que aprovechar tanto el tiempo?
2. ¿Por qué el comandante de la nave no tiene ninguna autoridad y delega la decisión al físico que no hace más que preguntar a la computadora las probabilidades de éxito?
3. ¿Cómo es posible que para explicar el inexplicable cambio de rumbo de la misión, se recurra a que ya no quedan más materiales fisibles en la tierra? ¿Qué pretenden salvar entonces?
4. ¿Por qué esperaron a que la Icarus I fracasara para enviar la Icarus II?
5. ¿Por qué han violado mis recuerdos de Alien imitando sus reuniones alrededor de la mesa de la Nostromo?
Cambio de rumbo.
Tras la gran decisión que hace que exista el proyecto de la película en Hollywood, la trama nos lleva a una segunda cagada, o cagada menor derivada de la primera. Cuando todo parece que va bien las alarmas de la Icarus II saltan. Son la promesa de que algo va mal (por otra parte nadie debería sorprenderse). La magistral habilidad de Boyle nos lleva ante el personaje que interpreta el chino, y nos lo muestra rodeado de papeles, desesperado y medio llorando ante la antorcha humana que está a punto de matarlo con la mirada. Al parecer el pobre hombre ha cometido un error: ha estado calculando a mano la corrección de la trayectoria de la nave (supongo que con la ayuda de la calculadora del móvil), pero a pesar de que lo ha hecho milagrosamente bien, se le ha olvidado reorientar el escudo. Joder, a semejante cerebro lo quiero en mi universidad, lo pondría a diseñar microprocesadores de doble núcleo con escuadra y cartabón. Es una pena que este hecho acabe con la autoestima del chino, y el psicólogo de la misión (el de la cara pelada), decida sedarlo durante 23 horas para evitar su autolísis (la hora 24 del día es la que utiliza, evidentemente, para suicidarse).
Se quema el jardín botánico.
Tras el craso error del chino, deciden voltear el escudo solar para arreglar las placas antes de que la nave pete. El oficial de comunicaciones se niega porque dice se perderá una antena de transmisión, y de esa forma estarán incomunicados cuando regresen a casa. La antorcha humana, que se huele que quiere seguir escuchando el cosmos, decide ignorar su petición, y de esa forma giran la nave. Esta situación crea de nuevo otros grandes problemas que empiezan a calar en el espectador de forma molesta.
1. Al perder la torre de comunicaciones se crea una combustión en el jardín botánico (sustento de oxígeno de la nave).
2. Se muere el comandante, que aunque no mandaba nada, no se merece una muerte tan patética disfrazada de heroísmo.
Icarus I.
Sin tener en cuenta el video que deja el anterior comandante de la nave, ni las imágenes subliminales de los tripulantes del Icarus I, nos adentramos en la nave que está cubierta de polvo. Tras una triste referencia a las películas de aliens por parte de la antorcha humana, inspeccionan la nave para descubrir (qué sorpresa) que no funciona, y que han ido para nada. Pero el espectador avispado conoce el porqué de su visita al Icarus I, pues efectivamente, para acabar de jodernos, el guionista decide meter el componente monstruo, por si era poco nuestro sufrimiento.
El Octavo Pasajero.
Como todo buen monstruo que se precie en cualquier película de serie B (Cromosoma III, Basket Case...) o de alto presupuesto (Depredador, Terminator, Alien...) el monstruo tiene la exasperante costumbre de salir indemne de todas las calamidades a las que se ve sometido (y a las que somete, a partes iguales), hasta el final. Como si necesitáramos de ese aliciente, la criatura comienza deshaciendo el acople de las dos ícarus dejando al físico (imprescindible en la misión), "torchie", el cara pellejo y el de las comunicaciones aislados del Icarus II. Un gran problema que Briseida (con esa cara de Troya que no se la quita ni para mear), decide medio solventar alineando las dos esclusas. El problema es que sólo hay un traje espacial y eso genera, de nuevo, más sucesos hilarantes. La antorcha humana, posiblemente provista de sus superpodederes, decide envolverse de papel albal para salvar el pellejo, y con la muerte ejemplar del psiquiatra, atraviesan el espacio (unos diez metros) en una hazaña solo igualada (atención, sólo para sentimentales) por Batman y los outsiders que salen a pelo y aguantando la respiración. Pero es que hablamos de superhombres, y como era de esperar, el de Contact (que no goza de la presencia ni el temple de su compañero) se mete un guarrazo y acaba muriendo (pero no despierta la misma lástima que el psicólogo o el comandante, pues éste no era un buen tipo). De esa forma tienen solucionado el problema del oxígeno (pues ya han muerto todos los que debían morir), y felices y contentos deciden continuar la misión.
Desenlace y desparrame.
Esta es la parte que más me gusta de la película. Todo comienza cuando la computadora (que quiere ser como HAL, pero me recuerda más a Inteligencia de Team America) anuncia al físico que van a morir porque hay un pasajero más que está consumiendo oxígeno. Me esperaba que en este momento Cillian Murphy mirara a la cámara, haciendo un guiño a ese gran maestro: Leslie Nielsen. Este anuncio de la computadora invoca a la criatura que aprovecha para herir al prota, de tal suerte que sufre pero no se muere (en eso el prota y el monstruo son siempre iguales). Y aquí, de nuevo, me ofenden con su caricatura de 2001, usando las puras luces blancas en contraste con la sangre vertida de Cillian en la sala de trajes. Bueno, opiniones a parte, lo que viene a continuación es la muerte de la botánica (sin pena ni gloria), la escaramuza de Briseida en la sala de emulación terrestre (¿alguien más se preguntó qué hacía todavía el chino muerto en dicha sala?), y la épica muerte de la Antorcha Humana, irónicamente congelado tras intentar volver a conectar a Inteligencia sin mucho éxito (faltó que cantara “Daysi”). Después la cámara nos muestra un mano a mano entre el físico y la misión, entre paradojas espacio temporales y demás efectos y brasas del monstruo de turno que al final desaparece sin dejar apenas rastro de su influencia. Qué bonito final. Tras desprender la bomba del cuerpo de habitación de la nave y descubrir que se quema (¿y el regreso?, parece que daba igual, estaban todos muertos); tras recuperar a Briseida después de haber sido olvidada; tras comprobar que el físico es imprescindible, tanto como un mono capaz de pelar un plátano... Y al final, tras tanto, y necesario, sufrimiento, la misión tiene éxito y el espectador sale satisfecho, una vez más, pues tiene esa sensación de que da igual lo que haga el hombre, pues sabrá sobreponerse a cualquier adversidad propia, o ajena. Tranquilos, estamos en buenas manos.
Bod Dedwydd.
2 comentarios:
¡La hostia! Hacía Tiempo que no leía una crítica tan divertida y con tantas referencias a situaciones y películas tan cercanas y con relaciones humorísticas. Es una muy buena manera de poner a parir una idea, una peli y un desarrollo sin perder un ápice de ironía y buen humor. Banny Boyle debería leerla, seguro. Doy mi aprobación, je, je.
Bueno, tu crítica la verdad es que como dice tempus es muy divertida y está muy bien, pero yo haría una más breve, sería esta: VAYA MIERDA DE PELI... jijiji
Publicar un comentario