lunes, 11 de junio de 2007

Hay-on-Wye (Y Gelli)

Os invito a pasear conmigo por Cymru (Gales), esa tierra mágica en muchos aspectos que me cautivó allá por el verano de 2005. Concretamente me voy a detener en Hay-on-Wye. Cuenta con un segundo nombre en cymraeg (galés): “Y Gelli”, que significa “La Arboleda”.
En la actualidad cuenta con 1.500 habitantes. Se encuentra en la frontera con Inglaterra y es atravesada por otros dos límites, el de los condados de Brecknockshire y Radnorshire. El río que baña sus orillas se llama Wye, evidentemente. Está situada en la esquina del Parque Nacional de Brecon Beacons. Históricamente, siempre ha sido un lugar importante en la región, ya que se halla en el camino a Brecon, la ciudad más importante en millas a la redonda, lo que la hizo florecer gracias, sobre todo, a las posadas para los caminantes y a los bares.
La historia de este pueblo se encuentra marcada por su posición en el mapa. Sus habitantes han visto muchas batallas y su castillo ha sido atacado en numerosas ocasiones. Debido a que la época lo merece, destacaré que dicho castillo fue destruido por Juan sin tierra, Rey de Inglaterra, en 1216. Poco después, el Príncipe de Gales Llewellyn ab Iorweth, llamado Llewellyn “El Grande”, le prendió fuego. De hecho, el Príncipe Llewellyn forma parte de una leyenda que aparece recogida en el “Mabinogion”, el libro más importante del folclore galés. Cuentan que, para derrotar al ejército inglés en una batalla, en la cercana ciudad de Builth, herró a los caballos del revés. De esa forma los ingleses, al ver las huellas, pensaron que estaba huyendo, cuando en realidad avanzaba directo hacia ellos, lo que le confirió una gran ventaja estratégica. Leyendas similares están recogidas en la tradición oral y escrita de Gales, en la que la astucia de este pueblo prima sobre las victorias conseguidas contra sus enemigos.
Bien. Este pueblo de, recordémoslo, 1.500 habitantes, es conocido gracias al festival de Hay-on-Wye. Un festival de literatura que ha congregado este año a 160.000 personas (entre las que se incluyen cuatro Premios Nobel y el primer ministro inglés, Gordon Brown), en su 20ª edición.
Tan curioso resulta este pueblo, que tiene hasta rey. Rey autoproclamado, pero rey al fin y al cabo: Richard Booth. Al parecer, este hombre recibió a un periodista del diario “El País” con uno de esos objetos con los que los ingleses cubren las teteras para que no se escape el calor. Por lo menos contaba con el dibujo de una corona (al parecer no disponía temporalmente de su corona oficial).
Cuando el veterinario del pueblo, allá por 1962, decidió vender la antigua estación de bomberos por 700 libras, Richard Booth, licenciado en Oxford, decidió comprarla y montar una librería de segunda mano. Su madre se quejaba: “Este Richard nos va a arruinar”, decía. Pero no quedó ahí la cosa, pues siguió comprando edificios, incluido el castillo, y los colmaba de libros que adquiría por todo el mundo. Su idea era que un bello pueblo lleno de libros podía ser una atracción turística internacional. Y el Tiempo le dio la razón.
Además, a finales de los setenta decidió proclamar su independencia y autoproclamarse rey. Se lo dijo a un periodista y la noticia corrió como la pólvora. El 1 de Abril de 1977, el pueblo fue declarado independiente. Emitieron pasaportes, billetes y títulos nobiliarios. Tal revuelo se armó, que las autoridades británicas tuvieron que realizar un desmentido oficial (eso de que los galeses pregonen su independencia no les sienta nada bien). Toda esa publicidad le vino como caída del cielo y Hay-on-Wye es un ejemplo de desarrollo sostenible del turismo rural y modelo exportado a otros paises.
Otra persona importante en el festival es Peter Florence. En 1987, con sólo 22 años y recién salido de Cambridge, tuvo una buena racha en una partida de póquer y ganó un montón de dinero. Días después, junto con su padre Norman Florence (que fue director de la compañía de teatro The Globe), utilizaron sus contactos para montar un modesto festival de literatura en el encantador pueblo donde se habían instalado. En aquella edición hubo 15 eventos. En la vigésima (2007) fueron 452 repartidos en 11 días. Dice Peter Florence que el secreto para haber elevado el nivel de los invitados reside en el público, ya que a los escritores les atrae el buen público y en Wye tienen el “más abierto y culto del mundo”. La gente se ha volcado en el proyecto, abriendo sus casas para alojar a los visitantes y con más de cien vecinos colaborando como voluntarios.
Hay una curiosa anécdota que cuenta Peter Florence. Al parecer, llamó a Arthur Miller (el de “Muerte de un viajante”) para invitarle a la edición de 1989. El gran dramaturgo estadounidense le respondió: “¿Hay-on-Wye? ¿Es eso algún tipo de sándwich?”. Hoy esa frase adorna las camisetas del 20º aniversario del festival.
Cabe destacar la relevancia que este evento ha tenido en prensa escrita y televisión, algo importante para que la gente empiece a fijarse en esta ciudad, Hay-on-Wye y en ese gran país, Cymru, tierra de fabulosa belleza y mágica atmosfera que descubrimos, todo hay que decirlo, gracias a Samael. Junto a él y a Ancaelius disfruté de unos días inolvidables. Diolch.
Para Helenia, mi galesita preferida: Rwy'n dy garu di.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

He disfrutado leyendo esta entrada, sobre todo con la parte en la que se cuenta la leyenda de Llewellyn el Grande. Desconocía la existencia de este lugar, aunque supongo que nunca se me hubiese ocurrido confundir su nombre con un tipo de Sandwich. Espero poder visitarlo algún día, si es posible junto a Samel y Tempus, en el que será nuestro segundo viaje a la fascinante tierra de Cymru.

Lunatika Lovegood dijo...

Tiene que estar bien vivir en un reino tan literario, no me importaría ser súbdita de Richard Booth.

Samael dijo...

Mi más sincera enhorabuena. Tu exposición es tan envolvente que cualquiera querría acudir al próximo festival de tan estimable pueblo. Tal vez, en un tiempo próximo.

tacáliz dijo...

¡¡Ohh!! Que bonito, yo quiero ir... aunque lo mismo baja el nivel cultural de los asistentes.

Eryri