El día 21 de Noviembre de 2007, murió Fernando Fernán-Gómez. Nació en el año 1921.
Con él desaparece un creador total: dramaturgo, novelista, articulista, guionista, director de cine, teatro y televisión y, por supuesto, actor. Fue un defensor feroz de la vida libertaria de los cómicos (término que le gustaba y que siempre apreció), de su moral y del mundo aparte que constituyeron durante los grises años del franquismo. Como no deseo que esto se convierta en un extensísimo resumen de su carrera, destacaré algunas cosas.
Trabajó en más de 180 películas, dirigió 25 filmes y escribió una decena de obras teatrales, entre ellas, en 1984, Las bicicletas son para el verano. ¿Quién no ha leído ese gran libro?
Recibió numerosos galardones como el Premio Príncipe de Asturias de las Artes, los Premios Nacionales de Cine y Teatro, la medalla de oro de la Academia de Cine y cinco premios Goya.
Fue elegido en 2000 miembro de la Real Academia (ocupó el sillón B).
Tras tantos y tantos años, lamento profundamente su pérdida y la desgraciada polémica que unos cuantos se dedicaron a encender a raíz de aquel famoso comentario. Quedémonos con el humanista, con el hombre que sabía hacer de todo y todo lo hacía bien. Jamás olvidaré (entre muchas otras cosas) a Luisito pidiendo su bicicleta ni, por supuesto, a aquella panda de cómicos que se pateaban España en la fabulosa y muy tierna "El viaje a ninguna parte" (gracias, Samael, por recomendármela).
Y para concluir, unas palabras suyas: "Creo hallarme entre las personas dispuestas a defender su libertad no con la violencia y la sangre, sino con el pensamiento y la palabra."
Buen viaje, maestro.
2 comentarios:
Ve en paz.
Rindámosle pues homenaje.
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