viernes, 14 de septiembre de 2007

La Pasión de Cristo II

Esta segunda entrega está dedicada al reparto del film, es decir, sería como la ficha artística.
Desde el principio, Mel Gibson sabía que la clave para hacer La Pasión de Cristo sería encontrar a un actor capaz de encarnar en grado sumo la doble vertiente humana y de espiritual trascendencia de Jesucristo. Gibson buscó un actor que fuera capaz de ceder su propia personalidad en favor del personaje y cuya identidad no interfiriera con el realismo que el director estaba buscando. Gibson había quedado impresionado con una película que había visto del actor Jim Caviezel, especialmente por sus penetrantes ojos y su transparente expresión. Gibson sintió que esos ojos tenían la singular habilidad de expresar la esencia del amor y la compasión en el silencio.
Cuando Gibson se puso en contacto por teléfono con Caviezel, el actor se sorprendió tanto que su respuesta fue “¿Mel qué?”, a lo que Gibson respondió jovialmente “Mel Brooks”. Pero la conversación pronto adquirió un tono de seriedad cuando Gibson le explicó a Caviezel el personaje que tenía en mente para él, un papel que consideraba tan intenso, tan complejo y posiblemente tan problemático, que él mismo se resistiría a interpretarlo. Caviezel estaba amedrentado, pero a la vez lleno de energía por el desafío al que se enfrentaba. Consideró una destacable coincidencia que él tuviera 33 años, precisamente la misma edad que Jesús en el último año de su vida. Católico practicante, Caviezel encontró también inspiración en sus propias creencias religiosas y su devoción, utilizando el rezo como medio para entender con más profundidad y explorar el carácter, las palabras y las tribulaciones de Jesús.
Pero en realidad nada podía haberle preparado para el increíble viaje que iba a realizar durante la producción de La Pasión de Cristo. Como Caviezel explica: “Día tras días de rodaje era insultado, golpeado, flagelado y obligado a cargar una pesada cruz a la espalda con un frío helador. Ha sido una experiencia brutal, prácticamente indescriptible. Pero considero que ha merecido el esfuerzo interpretar este papel”.
Gibson dejó bastante claro a Caviezel desde el principio que su intención era reflejar el sufrimiento de Jesús con la mayor autenticidad posible, nunca retraerse del caos y la violencia a la que Cristo fue arrastrado en concordancia con los acontecimientos. Incluso para Caviezel, el tormento que Jesús soporta a lo largo de la película es terrorífico en algunos momentos pero añade: “Nadie ha mostrado nunca a Jesús de esta forma, y creo que Mel está mostrando la verdad. Mel no ha usado la violencia por la violencia, nunca es gratuita. Pienso que el realismo probablemente impacte a alguna gente pero se debe a que la película es increíblemente poderosa”.
Durante el agotador rodaje, Caviezel tuvo que enfrentarse a fondo a su propia vulnerabilidad. En una de las escenas más gráficas de la película, Cristo es azotado –o flagelado- intensamente, con una infame herramienta de tortura romana conocida como flagrum, o “gato de nueve colas”, un látigo diseñado con múltiples correas con pedazos de metal punzante incrustados para arrancar la piel causando considerable pérdida de sangre. Para reproducir las heridas que produjo este látigo en Cristo, Caviezel tuvo que someterse a largas sesiones de maquillaje de cuerpo entero durante más de cuatro horas. Pero ese fue sólo el principio de sus problemas, porque pronto el irritante maquillaje produjo ampollas en su piel, que le impidieron incluso poder dormir durante ese tiempo.
Dedicó más de dos semanas al rodaje de las escenas de la crucifixión, durante las cuales tuvo que cargar, o con más frecuencia arrastrar bajo una gran presión, una cruz de unos 70 kg. de peso (aproximadamente la mitad del peso de la auténtica cruz) hasta el Gólgota y, más tarde, estar suspendido de ella. Caviezel entrenó las tortuosas posiciones que tendría que soportar, manteniéndose en un pequeño espacio en cuclillas contra una pared durante diez minutos cada vez y cargando pesos que mantuvieran su espalda inclinada. Además, estas semanas de trabajo las pasó vestido con apenas un taparrabos en pleno invierno italiano, y sufrió varios ataques de hipotermia, e incluso el frío le impedía articular palabra. En ocasiones el equipo tenía que aplicar calor sobre la cara helada de Caviezel para calentarle los labios con el fin de que los pudiera mover.
El nivel de estrés físico y mental de Caviezel continuó aumentando a medida que avanzaba el rodaje. Le cayó un rayo, aunque no resultó herido de consideración. El actor sufrió una infección de pulmón, también se dislocó el hombro, y soportó numerosos cortes y magulladuras. “Pero si no hubiera pasado por todo eso, el sufrimiento nunca podría haber sido auténtico”, comenta Caviezel, “por tanto tenía que ser así”. Caviezel también experimentó profundos cambios psicológicos y espirituales que no esperaba. “Fue extraño”, admite, “Pensaba que sólo era un actor interpretando un papel pero empecé a darme cuenta de que no era un papel como los demás, no tenía ni idea de cuanto tendría que rezar durante el rodaje para no peder la perspectiva”.
Finalmente, Caviezel siente que ha aprendido muchas lecciones vitales. “Esta interpretación ha cambiado mi vida en el sentido de que ahora no voy a tener miedo de hacer siempre lo que considero correcto”, explica, “nunca más voy a tener miedo de hacer lo correcto”. Para interpretar a María, la madre de Jesús, Gibson eligió a Maia Morgenstern, una reconocida actriz romana de ascendencia judía. Gibson había visto a Morgenstern en una película europea de hacía diez años y, descubriendo la ternura en su rostro, enseguida pensó en ella para el papel. No necesitó mucho más para comenzar la búsqueda para localizarla y descubrió que está considerada en su país como una de las más grandes actrices de su generación.
Morgenstern comenta que el papel “no fue tanto una elección como una oportunidad de hacer algo importante en su vida, de vivir una experiencia única”. Para obtener un mayor conocimiento de la figura de María, Morgenstern investigó pinturas, esculturas y literatura en busca de retratos de María. “Me inspiré mucho en el arte al preparar mi personaje”, dice, “porque viendo a María en tantas representaciones diferentes, me abrí a las emociones que venían a mi alma”. Incluso leyó el guión más de 200 veces para convertir la historia en una parte de sí misma y encontró gran significado en escenas que revelan la tierna y alegre relación con Jesús antes de los eventos.
Después de haber meditado sobre la naturaleza de María, Morgenstern comenzó a ver al personaje a un nivel mayor. “Interpretar a María para mi ha significado entender una forma de vida, cómo alguien trasciende el dolor y el sufrimiento y los transforma en amor”, explica. “Creo que el mayor dolor imaginable es ver a tu hijo torturado como María lo vio, perder a tu hijo como María lo perdió, y todo lo que ella puede hacer es aferrarse a su amor y su confianza e intentar utilizar toda la compasión que hay en su corazón. Esto es lo que yo he querido reflejar en la pantalla”. Casualmente, Morgenstern estaba embarazada durante la interpretación del personaje, lo que le confirió una mayor inspiración a la hora de explorar profundamente el sentimiento del amor maternal.
Morgenstern piensa también que la película tiene una especial relevancia para el público actual, sin depender de sus creencias religiosas. “Para mí la belleza de la película reside en que nos cuenta cuán poderoso es el sentimiento de humanidad y también que la falta de esa humanidad es la que ha causado que nos estemos matando los unos a los otros a lo largo de los últimos 2000 años”, añade. “Son cosas muy importantes que dan que pensar”. También tuvo que ponerse en la piel de una mujer muy querida a lo largo de los siglos Monica Bellucci, al encarnar a María Magdalena. Cuando Bellucci se enteró de que Mel Gibson iba a rodar una película sobre la pasión, se quedó tan sorprendida que inmediatamente se puso en contacto con él. “Pensé que era un proyecto muy duro y muy arriesgado al que enfrentarse”, explica, “Sabía que no iba a ser una película fácil, pero es la clase de película que sabes que va a dar mucho que pensar al público durante largo tiempo. Ahí es donde residía mi interés. Quería interpretar a María Magdalena porque para mí ella es muy humana. Cuando Jesús la salva es como si despertara en ella la conciencia de ser un ser humano, y por primera vez ella encuentra a un hombre que la mira de forma diferente. Para mí, es una mujer que comienza a conocerse a sí misma y descubre que es mejor persona de lo que ella pensaba que podía ser
El aprendizaje del arameo fue algo casi natural para Bellucci. “Tal vez se debió a que soy italiana, pero lo cierto es que lo sentía muy familiar y muy bonito”, comenta. “Pero también llegué a pensar que dedicábamos mucho tiempo a aprender arameo; pienso que la película es casi más como una película muda ya que profundizamos mucho más en las interpretaciones que en el idioma”.
En el rodaje, Bellucci se sintió impresionada no sólo por la devoción del reparto, sino también por la gran cantidad de culturas y creencias que allí se encontraban “Lo que me gustaba era que, a pesar de ser una película sobre la vida y la muerte de Jesús, había personas de todo el mundo, de todas las religiones, de todos los ambientes, todos trabajando juntos en la realización de una película. No sólo como actriz, sino como ser humano, ha sido una gran experiencia”.
Respecto al estilo de dirección de Gibson, Bellucci se encontró muy cómoda. “Es un director muy intuitivo”, comenta, “no habla mucho, pero es como si pudiera transmitir más cosas con su cuerpo y sus movimientos que al hablar. Por supuesto, es muy inteligente, pero también es capaz de percibir las cosas con rapidez y profundidad y para mí, ese es un valor muy importante en un director”. Otro personaje que debemos destacar es el que interpreta la actriz italiana Rosalinda Celantano, el personaje de Satán, representado como una figura andrógina que puede modificar su forma y se dedica a extender el miedo y la duda. Las cejas de la actriz fueron depiladas para crear una mirada más hipnótica y sus escenas fueron rodadas a cámara lenta para conseguir la sensación de falta de naturalidad en su personaje. Posteriormente, su voz fue doblada por un actor masculino para crear un aura de confusión alrededor de Satán. Mel Gibson comenta: “El mal es seductor, atractivo. Puede parecer bueno, casi normal, pero es engañoso. Así es como yo he querido mostrar al demonio en la película. Así es como funciona el mal: coge algo bueno y lo retuerce”.
El reparto completo de La Pasión de Cristo tuvo que aprender unas pautas de arameo, sobre todo su uso fonético, convirtiéndose tal vez en uno de los mayores grupos de artistas que jamás hayan hablado una lengua antigua en masa. Esto, para Gibson, tuvo otro beneficio: el aprendizaje del arameo se convirtió en un factor de unificación de un reparto con actores de muy diferentes idiomas, culturas y ambientes. “Reunir a un reparto con actores de todas partes del mundo en un mismo lugar y tenerlos a todos ellos juntos aprendiendo un idioma les confirió un fuerte sentimiento de comunidad, de que estaban compartiendo y estableciendo lazos que trascendían el propio idioma”, comenta. “Hablar en arameo requiere algo diferente de los actores”, observa Gibson, “porque tienen que compensar la usual claridad de su propio lenguaje nativo. Se pasa a otro nivel de interpretación, absolutamente diferente. En algún sentido, retomamos buenas y antiguas formas de filmación ya que estamos tan comprometidos con contar la historia con la pura imagen y expresividad como con cualquier otra cosa”.
A pesar de la tremenda gravedad e intensidad del tema, que con frecuencia contagiaba su intensidad y hacía frecuentes las conversaciones sobre la vida entre el equipo artístico y el técnico, en general el ambiente fue muy distendido durante el rodaje. “Mel conseguía aliviar las cosas, cuando se ponían complicadas”, añade Caviezel. “Él sabía que con el frenético ritmo de filmación y el frío y las dificultades añadidas, era necesario no perder el sentido del humor. Por suerte, Mel es un bromista nato”. Para concluir, unas palabras de Gibson: "Quería que fuera chocante. Y quería que fuera extrema... Para que vieran la enormidad, la enormidad del sacrificio; para que vieran que alguien pudo soportar todo ello y, sin embargo, continuar transmitiendo amor y perdón, incluso después de un dolor, sufrimiento y ridiculización extremos. No es una historia de judíos contra cristianos. El propio Jesús era judío; su madre era judía y también sus doce apóstoles. Es verdad que la Biblia dice: «Él vino a los suyos, pero los suyos no le recibieron». Yo no puedo ocultarlo. Pero eso no significa que los pecados del pasado fueran peores que los pecados del presente. Cristo pagó el precio por todos nuestros pecados. La lucha entre el bien y el mal, y el poder abrumador del amor están muy por encima de la raza y la cultura. Esta película habla de fe, esperanza, amor y perdón. Son realidades que servirían al mundo, especialmente en estos tiempos tan turbulentos. Esta película quiere inspirar, no ofender. No hay nada de violencia gratuita en esta película. Creo que un menor de doce años no debería verla, a no ser que sea muy maduro. Es bastante fuerte. Nos hemos acostumbrado a ver crucifijos bonitos colgados de la pared. Decimos: «¡Oh, sí! Jesús fue azotado, llevó su cruz a cuestas y le clavaron a un madero», pero ¿quién se detiene a pensar lo que estas palabras significan realmente? En mi niñez, no me daba cuenta de lo que esto implicaba. No comprendía lo duro que era. El profundo horror de lo que Él sufrió por nuestra redención realmente no me impactaba. Entender lo que sufrió, incluso a un nivel humano, me hace sentir no sólo compasión, sino también me hace sentirme en deuda: yo quiero compensarle por la inmensidad de su sacrificio".

6 comentarios:

Samael dijo...

Muy ameno y entretenido, gracias por esta segunda parte.

Lunatika Lovegood dijo...

Muy buen análisis de la película Tempus. Me he leído las dos partes, te las has currado.
A mi me encantó la película, no soy católica, pero respeto mucho la religión cristiana, y Jim Caviezel hizo una gran papel de Jesuscristo en esta película. Es un buen actor poco conocido, suelo seguir sus andanzas.

tacáliz dijo...

Te ha quedado muy pero que muy bonitooooo... le diré a mi amigo Mel que para la edición especial hable contigo.
Quiero hacer un añadido: Hristo Jivkov o lo que es lo mismo el apóstol John... ese pedazo de bulgarooooooo... jijiji
Fdo.: Monica Bellucci

Barón de Moselle dijo...

Excelente trabajo una vez más; ha sido todo un privilegio conocer todas estas peculiaridades de esta gran película. Gracias por tu esfuerzo.

MrPotato dijo...

¡Caray! No sabía que Caviezel hubiese que tenido soportar tanto para interpretar este papel. Llevar una cruz real de 70 Kg., sesiones de maquillaje de 4 horas, etc.

¡1 Saludo!

Tempus dijo...

Seguramente Caviezel, debido a sus firmes creencias religiosas, sufrió con gusto tales tormentos porque sabía que estaba interpretando nada más y nada menos que a Jesús, el hijo de Dios. Si te pones en su piel...

Eryri